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El 15 de febrero de 1988, Lima llegó a una temperatura de 30.7 grados centígrados. Fue el día más caluroso en lo que iba de ese verano. Pero en Viña del Mar, Chile, el calor del momento fue más dramático e injusto. Esa mañana, la agencia oficial de noticias Orbe, de la dictadura militar de Augusto Pinochet, dio la noticia de que la canción peruana que nos iba a representar en el Festival Internacional de la Canción de la “Quinta Vergara” había sido descalificada por plagio. Pero esa fue una falsa acusación. Había un interés político de por medio. La primera en rechazar esa decisión fue Marcela Sánchez, Maché, la intérprete peruana del tema “No vas a hacerme el amor”. Pese a todo, la prensa acreditada la designó “Reina del Festival”, en tanto el público chileno y sus artistas también la apoyaron.
El 29º Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar o Viña ‘88, se realizaría del miércoles 17 al lunes 22 de febrero de 1988, en el anfiteatro de la Quinta Vergara. A la peruana Marcela Sánchez, Maché no la dejaron ni ensayar la canción, pues dos días antes, el lunes 15 de febrero, le anunciaron la nefasta noticia.
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Todo había empezado cuando el sábado 13 de febrero de 1988, la autora chilena Jacqueline Cadet presentó un reclamo ante la comisión organizadora del festival, donde adujo que el tema peruano titulado “No vas a hacerme el amor” era un copia de la canción “Déjalo así”, que ella había presentado al Viña ‘84, pero que no había conseguido clasificar.
Las autoridades del festival Viña ‘88 presentaron los dos temas al director musical del evento, Horacio Saavedra; fue él quien dictaminó que las dos canciones eran “prácticamente iguales”, ante lo cual el tema que iba a interpretar Maché fue descalificado ese lunes 15. La justificación de los organizadores para tachar la canción peruana era esa “verificación técnica” del director musical del festival.
La peruana Maché tomó el asunto con calma, pero a la vez con firmeza. No se iba a quedar callada y tampoco el equipo de músicos que la acompañaba. Acusarlos de “plagio” o “copia”, como quieran que fuera, era una afrenta a su trabajo musical.
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Desde ese día, para varios medios de prensa chilenos, como el diario “Fortín Mapocho”, el gobierno militar de Pinochet quería eliminar la canción “porque en su estribillo reiteraba la palaba No”. Ese detalle podía generar manifestaciones en contra el régimen en la pacífica Viña del Mar. Al ser un evento internacional, no querían que aquello trascendiera, así lo determinó la “comisión organizadora”. Pero no contaron con la personalidad de la delegación peruana.
VIÑA DEL MAR: LA REACCION PERUANA ANTE LA DIFAMANTE ACUSACIÓN
El martes 16 de febrero de 1988, una vez difundida oficialmente la noticia de la tacha, uno de los compositores, Armando Massé Fernández, se manifestó en contra de esa injusta acusación de plagio. Massé contó que por la impresión de la noticia Maché se había desmayado “en la sala de recepción del hotel donde se hospedaba en Viña del Mar”. (EC, 17/02/1988)
Massé, junto con el otro coautor, el compositor Claudio Fabbri, reclamaron una rectificación inmediata, pues todo eso era mentira. “Eso no lo vamos a permitir y vamos a pedir que nos aclaren por qué nos han acusado de plagiarios mostrándonos la supuesta canción que se parece a la nuestra”, afirmó Massé. (EC, 17/02/1988)
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La organización del festival se amparó en una “comisión evaluadora” que determinó que la canción de Massé-Fabbri, y que interpretaba Maché, “No vas a hacerme el amor”, “era un plagio de otra presentada en 1984 por una autora chilena”. (EC, 17/02/1988). El Comercio investigó quién era esa autora plagiada, y a través de un periodista chileno Rodolfo Gambetti, del diario “Últimas noticias”, se supo que se trataba de Jacqueline Cadet, una cantante chilena casi desconocida.
¿La política entonces se impuso a la música? Massé señaló que él era un artista y no tenía nada que ver con la política. El abogado de los peruanos en Chile, Atilio Gárate preparó una demanda contra la organización del festival.
VIÑA DEL MAR: ¿QUÉ DIJO EL GOBIERNO CHILENO EN SU DEFENSA? EL ABOGADO DE LOS PERUANOS
El Gobierno chileno lo negó todo. Negó su intervención o presión en ese caso. Así de sencillo. Es decir, para ellos no existía motivo político en la tacha de la canción peruana, dijeron. Uno de los que habló fue el ministro secretario general de Gobierno, Orlando Poblete, el vocero oficial del régimen militar.
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“La connotación política que algunos quieran darle (a la descalificación) no es más que una pretensión interesada de sacar dividendo de un hecho que debe darse en el terreno artístico-cultural”, dijo Poblete. (EC, 18/02/1988)
El representante del régimen de Pinochet sabía de la reacción general de la prensa peruana, que cerró filas en defensa de la originalidad de la canción de Maché, y acusaba al gobierno militar vecino de interferir en una competencia artística. Pese a ello, Poblete no quiso opinar sobre esas versiones periodísticas.
Lo cierto es que había un peligro real para el gobierno militar chileno: y es que su pueblo podía usar la canción para atacar al pinochetismo. ¿Por qué? Acá viene la razón de fondo: la canción repetía a lo largo de toda la interpretación unas 36 veces la palabra “No”; es decir, era un no al vínculo sexual, no al “hacer el amor”, como indicaba su propio título: “No vas a hacerme el amor”. El “No” a esas alturas del panorama político chileno, ya era la consigna de la oposición frente al plebiscito presidencial que se avecina para ese mismo año.
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El defensor legal de Massé, Fabbri y Marcela Sánchez, Atilio Gárate fue muy claro al advertir que “la acusación de plagio descalifica moralmente y constituye un delito de injuria; por lo tanto la señorita Cadet debe tener cuidado de las acciones criminales que se pueden presentar en su contra”. (EC, 18/02/1988)
Asimismo, Gárate afinó sus argumentos cuando aseveró que la canción peruana, “No vas a hacerme el amor”, no era un plagio, ya que “sólo tiene cinco compases iguales al tema de Cadet y no ocho como establecen las normas internacionales”. (EC, 18/02/1988)
El abogado de los peruanos insistió con firmeza: “Hay un abuso claro de la comisión organizadora al descalificar tan tardíamente esta canción que se conocía con suficiente antelación”. Eso era completamente cierto.
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Por otro lado, los diez periodistas peruanos que habían viajado a Viña del Mar para cubrir como siempre el festival denunciaron que la “comisión organizadora” no les había otorgado las credenciales para ingresar al anfiteatro donde se realizaría el certamen. Había un fuerte recelo contra toda la delegación del Perú. (EC, 18/02/1988)
Los compositores y la cantante peruanos tuvieron un día agitado ese miércoles 17 de febrero de 1988, el mismo día del inicio del festival. Ellos lucharon para que su caso no pasara al olvido del público chileno.
VIÑA DEL MAR: MÁS DETALLES REVELADORES DEL SUPUESTO “PLAGIO”
Mientras los cantantes del Festival de Viña del Mar que no tuvieron ninguna censura o denuncia seguían con sus últimos ensayos, el mismo día de la apertura del evento, el miércoles 17 de febrero, nuevas noticias coincidían en la idea de que la canción peruana de Maché había sido separada por razones políticas más que artísticas o éticas.
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Ese día inaugural del festival, el público vio la participación de ‘Los Enanitos Verdes’, de la estadounidense Vivian Reed, además del Ballet Abraxas y la primera ronda de la competencia folclórica; pero antes, en los primeros minutos, ese gran público de la “Quinta Vergara” hizo algo sorprendente: cuando los animadores Antonio Vodanovic y Pamela Hodar presentaron al jurado internacional, miles de espectadores corearon “¡Perú, Perú, Perú!”. Era su forma de protestar por la tacha.
Ese día, sin duda, fue muy intenso. Se pudo conocer por los medios de prensa más detalles del caso. Se supo, por ejemplo, que la acusadora directa del “plagio”, la supuesta afectada, Jacqueline Cadet, no tenía registrada ninguna canción a su nombre. Así lo señaló la propia Sociedad Chilena de Derecho de Autor: “La autora Jacqueline Cadet carece de antecedentes respecto de obras musicales registradas”. (EC, 18/02/1988)
La “comisión organizadora” de ‘Viña ‘88 había citado a Jacqueline Cadet como la parte acusadora, y de inmediato, sin mediar ninguna investigación, optaron por descalificar el tema de Maché. Había por ello que averiguar, ¿quién era esta mujer? Por lo revisado en el propio país sureño, “Cadet no tenía nada registrado ni en la oficina de Propiedad Intelectual, a pesar de que ese era un paso obligatorio para todo compositor de una obra”. (EC, 18/02/1988)
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Las presiones de la “comisión organizadora” siguieron ese día miércoles 17 de febrero, incluso llegaron a pedir a los artistas peruanos que abandonaran la habitación del Hotel O`Higgins. Y les impusieron plazos: irse a las 5 de la tarde del hotel, y volver a Lima a las 9 de la noche; pero tanto Maché, como Fabbri y Massé se negaron, y decidieron quedarse hasta que el mencionado “plagio” se aclarara y no quedaran dudas de su honestidad.
Los artistas permanecieron en Viña del Mar pagando sus gastos personales. Armando Massé anunció a los medios peruanos y a todos los que quisieran escucharle que exigiría “una indemnización de 15,000 dólares por los daños provocados por la descalificación del tema”. (EC, 18/02/1988)
El dinero se invertiría en la propia promoción de la canción vetada. Maché, por su parte, no dejaba de expresar que esta experiencia era muy dura para ella. “La gente en mi país va a pensar que somos plagiadores mientras no se aclare todo esto”, señaló la joven cantante peruana.
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VIÑA DEL MAR: COMITIVA DE ARTISTAS PERUANOS EN CHILE EXIGIÓ JUSTICIA
De las palabras a los hechos, esa fue la consigna de los músicos peruanos que estaban decididos a obtener justicia en el propio Chile. De esta forma, Armando Massé, Claudio Fabbri y Marcela Sánchez (Maché) plantearon una querella en la Corte de Apelaciones de Valparaíso, localidad cercana a Viña del Mar, el jueves 18 de febrero de 1988. La querella era, por supuesto, contra la comisión organizadora del festival. (EC, 19/02/1988)
La Corte de Apelaciones acogió la querella que presentó el abogado Atilio Gárate. Pero eso no quedaba allí nomás. Gárate indicó que, asimismo, se sumaría otra querella por injurias y daños morales provocados por la comisión organizadora a los artistas peruanos. (EC, 19/02/1988)
Por su parte, los músicos involucrados buscaron que su descalificación injusta se convirtiera en un tema de debate en Chile. Ese era su objetivo. El debate público serviría para limpiar sus nombres y explicar el trabajo musical (composición, arreglos e interpretación) que habían realizado con el tema “No vas a hacerme el amor”. (EC, 19/02/1988)
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Por ello es que se quedaron en el Hotel O’Higgins por su cuenta y riesgo. Ya no tenían derechos como país clasificado. Les quitaron hasta las entradas para entrar al festival. Y más aún, el vicepresidente de la famosa “comisión organizadora”, con bastante suficiencia, explicó a los medios que el festival, más bien, “deberían cobrarles una indemnización por los gastos originados con su venida, pero no lo haremos por consideración a ellos. Sabemos que son artistas serios”, declaró.
Se esperaba para la tarde de ese jueves 18 de febrero de 1988 una conferencia de prensa de la acusadora, la compositora chilena Jacqueline Cadet, supuesta responsable de la descalificación del tema peruano; pero esta no se dio, pese a haberla prometido. Es más, la señora Cadet ni se apareció por Viña del Mar.
El ambiente de ese Viña ‘88 era rancio, tenso y desagradable para la representación peruana, incluso para la prensa nacional, cuyos enviados especiales debían pugnar por una credencial. Era lo mínimo que podían pedir. “Especialmente molestos estaban los representantes del canal 11 de televisión, que compró los derechos para transmitir el certamen musical”. (EC, 19/02/1988)
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VIÑA DEL MAR: EL RESPALDO DE LA PRENSA A LA CANTANTE PERUANA MACHÉ
El viernes 19 de febrero 1988, el BIC Humbolt peruano llegó desde la Antártida al puerto de Valparaíso, en Chile. Para los músicos en pleitos con el festival de Viña del Mar saber aquello fue como una bocanada de peruanidad. Saber que un barco peruano de la importancia del Humbolt estaba tan cerca, los animó a seguir luchando por sus derechos. El BIC Humbolt se quedaría atracado en ese puerto hasta el martes 23 de febrero.
Con esa fuerza marina detrás, la cantante Maché recibió una buena noticia, en medio de los desplantes de la famosa “comisión organizadora”. La prensa acreditada se tomó el derecho de designarla como la “reina del torneo musical”. Y eso, a pesar de que ella oficialmente ya no competía. Esa elección era toda una tradición en Viña del Mar, y por un día esa persona se volvía el centro de atención de la prensa. Eso fue lo que vivió Marcela Sánchez, Maché, en la propia Viña del Mar.
Asimismo, como para dejar las cosas en claro, la prensa acreditada le dio esa vez el premio “Limón”, otorgada “a la menos simpática”, a la cantante chilena Jacqueline Cadet, quien tampoco participaba en el festival. Fue un acto digno y solidario con la injusta descalificación de la peruana.
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Ese viernes 19 de febrero se cerró perfectamente cuando, por la noche, durante la presentación del tema de Francia, el público de la “Quinta Vergara” comenzó a gritar, por segunda vez, “¡Perú, Perú, Perú!”, en alusión al tema peruano descalificado. Estaba claro que, en este caso de Viña del Mar, una cosa fue esa “comisión organizadora” y otra, muy distinta, el público chileno del festival, que supo distinguir claramente entre la música y la política.
VIÑA DEL MAR: ACUSADORA CHILENA DIO ARGUMENTOS QUE PARECÍAN DISCULPAS
Ese mismo viernes 19 de febrero de 1988, quizás golpeada por el premio “Limón” que le dio la prensa acreditada, la señora Cadet declaró al diario chileno “La Segunda” que ella no había hablado de “plagio”, sino “de similitud, de igualdad”. (EC, 20/02/1988)
Pero a esas alturas nadie le creía. Bastaba recordar lo que Cadet había declarado el martes 16 de febrero pasado, es decir, tres días antes. Esa vez “El Mercurio” le preguntó: “¿No podría tratarse de una similitud en vez de una copia de tu tema?”. Entonces, la cantante, que era casi una desconocida en su propio país, respondió: “No porque yo sé bien lo que es mío y lo que no lo es”; y en otro momento agregó: “El hecho es que me plagiaron”.
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Extrañamente, el propio director musical del Festival de Viña del Mar ‘88, Horacio Saavedra, quien cuatro días antes (lunes 15) había indicado que las dos canciones cotejadas eran “prácticamente iguales”; afirmaría luego -ese viernes 19- que el tema peruano “no es un plagio” sino que mostraba una “coincidencia o similitud”.
Otro gesto que reivindicó a los músicos peruanos en Chile fue la carta que el sábado 20 de febrero de 1988 recibieron de un grupo nutrido de artistas y músicos chilenos, y en la que se solidarizaban con ellos. En esa misiva anotaron que la eliminación de la delegación peruana fue “por causas ajenas a la ética y a la estética”. Uno de los promotores de este loable gesto fue nada menos que Fernando Ubiergo, ganador de la OTI 1984, y entonces una figura indiscutible de la canción popular latinoamericana.
Fue evidente que en el fondo de este asunto estuvo el “desagrado político” que provocó la canción peruana “No vas a hacerme el amor”, cuyo estribillo y parte de la letra repetía 36 veces la palabra ‘No’ en relación a su propio tema. Y ese desagrado tenía una explicación en la coyuntura política del vecino del sur: el gobierno militar del general Augusto Pinochet había decidido gobernar por 8 años más (su periodo democrático acababa en 1989); la fórmula sería a través de la extensión de su mandato vía plebiscito, el cual empezaba a vivirse en paralelo con el festival de Viña del Mar, ese febrero de 1988.
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Las campañas por el “No” y por el “Sí” a la continuación del régimen militar hasta 1997, estaban tomando recién forma. Pero se sabía que el “No” era de la oposición, y por lo tanto, el enemigo del gobierno militar. Sin embargo, la canción peruana “No vas a hacerme el amor” era ajena a todo ello. Solo la tacharon por los sucesivos “noes”. Una terrible coincidencia, al parecer (en noviembre del ‘88 el “No” ganó y Pinochet solo se quedó en el poder hasta 1990).
Finalmente, con todas las muestras de apoyo, reconocimiento y solidaridad de gente muy valiosa en la música chilena y del propio público del festival de Viña del Mar, los artistas peruanos entendieron que las querellas judiciales no iban a conducir a nada. Que nada bueno o justo saldría de allí. Pero, especialmente, comprendieron que solo la verdadera música entendía a la música, y que la política lo ensuciaba todo.
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