Rosa, una adolescente preocupada, escribe a su tutora, Mariluz, buscando orientación sobre cómo ayudar a una compañera de clase en crisis. Rosa explica que su amiga se ha estado autolesionando y ha expresado pensamientos suicidas, lo que la ha dejado sintiéndose impotente y sin saber cómo actuar. Aunque ha tratado de ser un buen apoyo, Rosa reconoce que esta es una situación muy seria y que necesita atención profesional, pero teme ser desleal y que cualquier paso en falso pueda empeorar la situación de su amiga, haciéndola sentir traicionada o más aislada.
Mariluz le responde que hizo lo correcto al comunicar la situación, ya que es grave y requiere la intervención de adultos y profesionales para garantizar la seguridad y el bienestar de su amiga. Le aconseja a Rosa que siga siendo un apoyo emocional para su amiga, escuchándola sin juzgarla y mostrándole que le importa su bienestar, pero recalca que no debe prometer mantener esta situación en secreto debido a su gravedad. Mariluz también le recuerda a Rosa que no intente resolver el problema sola y que busque apoyo para ella misma si es necesario, ya que la situación puede ser emocionalmente agotadora. Mariluz insiste en la importancia de informar de inmediato a los padres de su amiga y al consejero de la escuela, para tomar medidas rápidas y adecuadas.
Finalmente, Mariluz se compromete a tomar medidas inmediatas para asegurar que la compañera de Rosa reciba el apoyo necesario empezando por sus padres, y ofrece estar disponible para cualquier otra orientación o conversación que Rosa pueda necesitar.