Lo que ha hecho Jorge Fossati con Universitario de Deportes en poco más de un mes es insólito. El uruguayo tomó las riendas de un plantel inflamado por los errores, cuestionado por los rendimientos y frustrado por los resultados. Y en tres días le dio la vuelta, incluso, con un cambio radical del sistema de juego: su ya famoso 3-5-2. Al cuarto día de labores, clasificó al club a una siguiente fase de la Copa Sudamericana e hizo una millonaria caja. Veinte días después, con un plantel que él no armó, con jugadores que posiblemente no son de su gusto futbolístico ni su estilo, logró una victoria histórica en Argentina ante Gimnasia. Y en ese lapso, días más días menos, sumó 4 victorias y un empate que lo colocan en la pelea por el Apertura de la Liga 1.
La hazaña de este Universitario no es que gane. El fenómeno Fossati es aún más complejo, porque implica un cambio radical de mentalidad, de ánimo y de juego. Ya nos hemos dado cuenta: con Compagnucci al equipo le brotaba errores, deficiencias y muchos desaciertos producto de las decisiones técnicas. Una de ellas, quizá la más cuestionable era la de dejar a Piero Quispe en el banco de suplentes.
Sí, Piero, el habilidoso mediocampista que personifica la mayor -y quizá única- gran apuesta del club como proyecto de venta. Piero, que en agosto cumplirá 22 años y que no debería llegar a Navidad en el fútbol peruano. Es mismo, el que hoy es tan trascendental para el juego ofensivo de Universitario, por su vértigo, sus diagonales, su visión de juego y ese último toque que tan bien le hace al equipo para pisar el área rival.
Pero qué más cambió en Universitario en poco más de un mes. Los rendimientos han ido a paso ascendente por la confianza del técnico y la comodidad de saberse arropados por el comando técnico. Esta ‘U’, que ante Grau quizá mostró su rendimiento más discreto en la era Fossati, gana por un empuje demoledor. Insiste, busca y encuentra. Incluso desde la banca, como pasó el domingo con Calcaterra.
Con Fossati amparado en su fe y el oficio, todos responden cuando son llamados a competir. Eso no es magia, no es azar. es trabajo serio. Y especialmente, convencimiento. De ahí que, incluso en los momentos más discretos, esta nueva versión de Universitario ha sabido responder.
Pero qué otros jugadores están siendo claves además de Quispe. Empecemos por Williams Riveros, zaguero que con el andar de los partidos y el respaldo del entrenador, se ha convertido en pieza vital en esa línea de tres. Su anticipación, buena ubicación y voz de mando, han convertido a Universitario en un equipo sólido. Rodrigo Ureña es otro de los grandes valores, otro refuerzo, otro que con Fossati encontró su lugar en el mundo. Aguerrido, fiero, atrevido y siempre un segundo antes de la jugada para recuperar o ceder la pelota.
Y como la primera defensa es el ataque, Con Fossati despertaron los goles. Lo hizo Emanuel Herrera, lo ha hecho Alex Valera y cuando se le necesitó, Alexander Succar también ha respondido. Está claro, no es un equipo prolijo, pero sí uno aguerrido, difícil de vencer. Este Universitario de Fossati es un equipo convencido. Mentalmente forjado para sentirse merecedor del triunfo y con ello, pelear hasta el último. Con esa actitud es imposible no llegar lejos.
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